lunes, 11 de agosto de 2008

GILBERTO RODRIGUEZ OREJUELA


El temerario camino que Gilberto Rodríguez Orejuela recorrió por el mundo del narcotráfico, llegó a su fin.
35 años después de su primera reseña judicial como integrante de la banda de Los Chemas, a la que se le atribuyeron varios casos de secuestro en el Valle del Cauca a finales de los años 60, el capo del extinto Cartel de Cali, conocido en el mundo de la mafia como El Ajedrecista, terminó en el escenario que siempre buscó eludir: una cárcel de los Estados Unidos.
Una resolución expedida por el gobierno Uribe Vélez, autorizando su extradición a una Corte Distrital de la Florida en Estados Unidos, finiquitó el interminable pleito judicial que libró el Estado colombiano contra Gilberto Rodríguez Orejuela. Un proceso sin fin que dejó a su paso escándalos de narcopolítica, eslabones de corrupción y de dinero fácil, asesinatos selectivos y violencia indiscriminada: un entramado delictivo que permeó a la sociedad colombiana.
Aunque la justicia norteamericana, a través de la DEA, tuvo en la mira a Gilberto Rodríguez desde 1972, cuando constató que junto a otros inmigrantes colombianos en Nueva York organizó una sofisticada red de cocaína, la justicia colombiana fue lenta en encausar al capo. La Aduana Nacional, desde 1975 lo tuvo en sus registros de narcotraficantes, pero esta simple reseña no le impidió convertirse, junto a su hermano Miguel en un reconocido hombre de negocios.
Dueño de los laboratorios Kressford, propietario de la cadena de farmacias Drogas La Rebaja, miembro de la junta directiva del Banco de los Trabajadores y la Corporación Financiera de Boyacá, socio principal del Grupo Radial Colombiano y uno de los principales dirigentes del equipo profesional de fútbol América de Cali. Una intensa actividad económica y social que le permitió moverse a sus anchas en el mundo empresarial, político o deportivo.

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